viernes, marzo 31, 2006

Francia se enfrenta a su destino


El país ha presentado problemas para adaptarse a un mundo cambiante, donde impera la globalización. ¿Se necesita modificar la mentalidad?
"Los franceses constituyen la nación más brillante y peligrosa de Europa, y es el país más calificado para convertirse en objeto de admiración, repulsión, pena o terror, pero nunca de indiferencia".

Así describió un joven Alexis de Tocqueville a su país natal a principios del siglo XIX. Sus palabras aún tienen mucho de verdad. En los últimos años, en la medida en que las democracias occidentales han cambiado silenciosamente, Francia en cambio a veces ha estado impresionada, exasperada y confundida. Las últimas protestas, que movilizaron entre uno y tres millones de personas en las calles, no fueron una excepción. Esta particular forma de ser, entre el gobierno de centroderecha de Dominique de Villepin y aquellos que protestan contra sus esfuerzos por inyectarle un poco de liberalismo al rígido mercado laboral francés, puede ser calma. El Consejo Constitucional debía resolver la legalidad de la nueva ley este 30 de marzo, pero la dificultad subyacente permanecerá y ella es la aparente incapacidad de los franceses de adaptarse a un mundo cambiante.

Francia parece estar pasando por una de esas convulsiones periódicas que necesita, como país nacido en una revolución, para romper con el pasado. Ciertamente los estudiantes que dieron pie a las últimas protestas sentían que estaban rememorando los eventos de mayo de 1968. Han tomado sus gritos ("Bajo los adoquines, la playa") y usurparon sus símbolos (la Universidad de la Sorbonne). En este sentido, la revuelta parece ser la secuela de las últimas protestas del otoño, que llevaron al gobierno a declarar estado de emergencia.

Luego fue la cesantía y la rebelión de una minoría étnica que se ve excluida por el sistema. Pero lo más sorprendente de los últimos movimientos de protesta es que esta vez las fuerzas revolucionarias están del lado de la conservación.

A diferencia de los jóvenes manifestantes de los banlieues, el objetivo de los estudiantes y los sindicatos del sector público es impedir el cambio, y mantener a Francia tal cual está. Según una encuesta, a tres de cuatro jóvenes franceses de hoy les gustaría convertirse en servidores del Estado, principalmente porque eso significa "un trabajo de por vida". Detrás de esta falta de ambición hay un mito de fantasía y devastación.

El mito de la fantasía es que preservando a Francia, tal cual está, se preservarán los trabajos de por vida. Los estudiantes, al igual que los jóvenes no preparados de los suburbios, no se están enfrentando hoy para elegir entre dos opciones: el nuevo contrato de trabajo menos protegido y una percha de por vida en la burocracia. Ellos, en su mayoría, tienen que elegir entre un contrato de trabajo menos protegido o quedarse sin trabajo. Y la razón de esto, que es también la razón principal del desempleo de masas de Francia, que es de casi un 10%, es simple: esos trabajos permanentes y de por vida son tan protegidos, y por ende tan difícil de terminarlos, que muchos empleadores están prefiriendo no crear nada más.

La ilusión está acompañada por un mito igualmente pernicioso: Francia tiene más que temerle a la globalización, ampliamente responsabilizada por imponer la inseguridad presente en el nuevo contrato, que lo que puede obtener. Es cierto que las fuerzas del capitalismo global no siempre son benignas, pero nadie ha encontrado una mejor forma de expandir y crear prosperidad.

En otra encuesta, un 71% de los estadounidenses, 66% de británicos y 65% de alemanes estaban de acuerdo en que el libre mercado era el mejor sistema. En tanto, el número de franceses que creía lo mismo era sólo de 36%. Los franceses parecen ser los más hostiles al sistema capitalista, que los ha convertido en el quinto país más rico y que ha generado tantas empresas francesas de primera línea.

Tema en común

La hostilidad parece ser más profunda que la resistencia a una reforma, algo que también es común en Italia y Alemania; o que el deseo de un fuerte Estado benefactor, algo que comparten con los escandinavos; o incluso más fuerte que su amor por el proteccionismo, algo que periódicamente sacan a relucir los norteamericanos. En tanto, un tema en común tienen los manifestantes de clase baja y los estudiantes, junto con la elección del ultraderechista Jean-Marie Le Pen en las primarias de la elección presidencial de 2002, la falla de la clase política francesa, en los últimos 20 años de decirlo rectamente: explicarle al electorado qué está en juego, por qué Francia necesita adaptarse, y por qué el cambio necesita traer algo más que molestias.

martes, marzo 07, 2006

MUY BIEN HORNA... OTRO DE LOS NUESTROS CAMPEÓN

Esta vez fue Luis Horna ... consiguió la victoria en el torneo de ACAPULCO venciendo al Agentino LUIS IGNACIO CHELA, ¡Alucinante! 7-6 7-5 6-4.

Horna había soñado noches anteriores que ganaba el torneo, y lo hizo. Su sueño hecho realidad ... que bien Horna.

Ahora nuestro compatriota ascendió al puesto 48 con este resultado entra al TOP 50 de la ATP.

jueves, marzo 02, 2006

SANTIAGO GANA PREMIO ALFAGUARA 2006


Roncagliolo gana premio Alfaguara

Sí. Así se hace... Ejemplo a seguir, como muchos santiaguito tuvo que salir de nuestra patria. Así tambien la hicieron Vargas Llosa, Bryce y muchos más. Pero hay está la recompensa...

El jurado escogió "Abril rojo" entre los 510 originales que se presentaron: 141 desde España y 369 de América Latina.


El PREMIO: Escultura de Martín Chirino + 175 Mil Dólares.

SANTIAGO QUE HARÁS CON EL DINERO ? : Tendré un hijo " se lo prometí a mi novia" Ese santiago ... que gracioso, su hijo le saldrá muy caro... ja ja ja


  • SANTIAGO SE ENTERA QUE ES GANADOR DEL PREMIO ... Upss seguidamente le llama su mami, (este no tiene que decir nada al respecto, es más NO TIENE QUE HABLAR CON NADIE) ... Hay pobre santi ... su viejita que no entendia ni como decirle a la vieja... "mami me gané un premio, pero no puedo hablar asi que bye" ... - Hay casi le da patatus a la viejita de santi... ja ja ja.

  • BLOG DE SANTIAGO RONCAGLIOLO AQUÍ


  • EXTRACTO DEL BLOG DE SANTIAGO ... ( GRACIAS)

    GRACIAS
    Desde que se abrió este blog, es la primera vez que entrego mi despacho tarde. Pero mi editor comprende. Es que me he ganado un premio.
    Ayer recibí la llamada a medio día. Sabía por el periódico que la presidenta del jurado era Ángeles Mastretta, así que cuando escuché un acento mexicano al otro lado de la línea, imaginé de qué se trataba. Tras el anuncio hablé con todos los miembros del jurado. Aunque “hablar” es mucho decir. Me limité a balbucear unos agradecimientos.
    Supongo que uno nunca parece tan retardado mental como cuando es feliz. Mientras hablaba con el jurado quería saltar de alegría, pero tengo una pierna rota, así que me limitaba a dar vueltas en la silla giratoria de mi escritorio. Luego pensé: “espero que no me quiten el premio por ser incapaz de articular dos oraciones seguidas”. Pero no me lo han quitado.
    La editora habló al final, y me pidió que no dijese nada hasta el anuncio oficial, que sería tres horas después. Me dijo que pasarían a buscarme para contactar por videoconferencia con la presentación. Eso significaba que debía arrastrarme con mis muletas hasta la ducha y procurar estar presentable. Pero mientras lo hacía, llamó mi mamá:
    -Hola, hijito.
    -Hola, mamá, en realidad, ahora mismo no puedo hablar.
    (La editora me ha dicho que no diga nada, que no diga nada)
    -¿Cómo que no puedes hablar? Nunca estás, hace semanas que no conversamos.
    -Sí, bueno, es que me tengo que… bañar.
    -¿Cómo está tu pierna?
    -Voy a colgar ¿OK?
    -Ni se te ocurra.
    lee más aquì


    DIARIO " EL PAÍS "

    Con mucha emoción pero sin perder la serenidad. Así fue como el escritor peruano Santiago Roncagliolo (Lima, 1975) recibió la noticia de que había ganado la IX edición del Premio Alfaguara. En camiseta y tejanos -"aún no he aprendido a anudarme la corbata", bromeó-, el autor se mostró convencido de que el galardón servirá para afianzar una carrera que, tras unos inicios difíciles, últimamente le está dando grandes satisfacciones.

    Afincado en Barcelona desde hace seis meses, procedente de Madrid, donde ha vivido varios años, apenas ha tenido tiempo de pasearse por su nueva ciudad de residencia. La gira de promoción internacional de su anterior novela, Pudor (Alfaguara), no se lo ha permitido. Entre aquella y su nueva obra no hay relaciones formales ni temáticas. "Me gusta el reto de experimentar cosas nuevas, mi continuidad es la ruptura", dice el autor. Pero se mantiene en toda su obra una voluntad estilística, la de desaparecer como narrador para invitar al lector a que se empape de la historia y se familiarice con los personajes como si los estuviera tratando en directo. Y otra marca de la casa, que imprime un sello muy visual a todas sus historias: "Escribo las películas que me gustaría ver", afirma. "Durante muchos años, la literatura se ha sentido avergonzada de usar esta influencia cinematográfica. Y yo he decidido dejar de avergonzarme", señala.

    En sus tres décadas de vida, Roncagliolo ha vivido en México (donde se instaló con su familia cuando sólo tenía dos años), Perú y ahora España. Y está seguro de que la distancia geográfica con su país de origen, escenario habitual de sus narraciones, le beneficia literariamente. "Es algo que te enseña a escribir no sobre lo que pasa, sino sobre lo que tiene importancia más allá del momento. De eso trata la literatura, de crear personajes más allá de su contexto".

    Abril rojo habla sobre el terrorismo, sobre la violencia, tomando como punto de partida una guerra que conoce de cerca, la que enfrentó al ejército y a Sendero Luminoso, y que sitúa durante la época de Fujimori. El libro, de alguna manera, le permite saldar una deuda: "Los peruanos no hemos hablado de esa guerra. Pero en ella murió mucha gente. Lo que ocurre es que no eran intelectuales, ni periodistas. No eran gentes importantes, eran campesinos, y su muerte no significó nada para el Estado".

    Con Abril rojo se atreve, pues, a abordar un tema que durante muchos años ha sido tabú en su país, "porque esas muertes se produjeron en gobiernos democráticos, de modo que todos somos un poco responsables de ellas". Roncagliolo señala que otros escritores peruanos de su generación están tratando el tema en su literatura.

    Para hablar del punto de partida de la novela, el autor se remonta hasta el año 2000, el mismo en el que se desarrolla la historia. En esa fecha se encontraba en el mismo escenario del libro como observador de las últimas elecciones de Fujimori. "Era tal la maraña de intereses políticos y militares, el contexto era tan siniestro", que un policía fabuló sobre la aparición en escena de un asesino en serie. "Pensé que allí había una buena historia", recuerda. Desde el principio tenía claro el formato, un thriller que bebe de películas como El silencio de los corderos o Seven, sin renunciar a los referentes literarios de los que Roncagliolo se considera deudor. "Cada vez que uno escribe algo usa su tradición. Vargas Llosa es un referente muy importante. Pero los que empezamos a escribir en los noventa lo hacemos en un mundo muy distinto, y sumamos la influencia del cine y los medios audiovisuales".

    En cuanto al hecho de haber escogido el thriller, el autor explica: "Me gusta mucho el género y es la única manera de abordar la historia de mi país, que cuando no parece una comedia absurda parece un thriller". La novela es sangrienta y, sin renunciar a alguna pincelada humorística, está plagada de violencia. "No hay maneras muy sutiles para hablar de la guerra", razona el autor. Para armarla, se sirvió de la información de primera mano obtenida como periodista y como trabajador en el ámbito de los derechos humanos durante los dos últimos años del mandato de Fujimori, una ocupación que le llevó a visitar las cárceles y entrevistarse con terroristas y militares.

    Pero el novelista insiste en la capacidad de trascendencia que, a su juicio, debería tener la obra. "Creo que es una historia bastante universal sobre todas las guerras. Yo llegué a España cuando se acababa de invadir Irak y pensé que volvía a ocurrir lo mismo que en Perú: se estaba combatiendo a terroristas con ejércitos".

    De lo que Roncagliolo no está demasiado convencido es de que a Abril rojo le siente bien el calificativo de novela política. "Es un término que me suena a defensa de una ideología", afirma. Y él espera haber conseguido "hablar de temas sociales y políticos para describir un conflicto, no para ilustrar una ideología".


    OTRO ARTÍCULO DE EL " PAÍS "

    IX Premio Alfaguara de Novela

    Roncagliolo gana el Alfaguara con 'Abril rojo'

    El escritor peruano, de 30 años, describe la situación política de su país con un 'thriller' violento

    JESÚS RUIZ MANTILLA - Madrid
    EL PAÍS - Cultura - 28-02-2006

    Habla con el mismo desparpajo del

    boom literario latinoamericano que del crack, la generación que él considera anterior a la suya, o del thriller, un género en principio cinematográfico que Santiago Roncagliolo ha transformado en literario con Abril rojo, novela que consiguió ayer el Premio Alfaguara 2006, dotado con 175.000 dólares (148.000 euros) y una escultura de Martín Chirino.

    Se lo otorgó un jurado presidido por la escritora mexicana Ángeles Mastretta, e integrado además por colegas suyos como Carme Riera, Fernando Iwasaki y Antonio Caballero, y en el que también participaban la cineasta Isabel Coixet, el crítico Juan Antonio Masoliver Ródenas y el editor Juan González. Todos -a excepción de Coixet- estaban presentes y acompañados en la mesa de Jesús de Polanco, presidente del Grupo PRISA. Éste prometió todo su apoyo al autor, que ha publicado novelas como Crecer es un oficio triste o Pudor y que colabora diariamente en la publicación electrónica Boomeran, donde, dijo, "hoy escribiré sobre este día". A las 16.30 se anunció el fallo de un premio al que se han presentado más de 500 autores. Antes de que el galardonado hablara ante el auditorio de la sede del Grupo Santillana en Madrid, que se conectó por videoconferencia con sus sedes en América para conocer el resultado, los miembros del jurado, uno a uno, explicaron las razones por las que Abril rojo se había impuesto entre las siete finalistas. Mastretta leyó el acta en el que se destaca, entre otras cosas, "la eficacia expresiva, la fuerza dramática de una novela que arrastra al lector desde la primera página". Más o menos en esos términos fueron comentando la novela quienes la habían leído y que cuenta las peripecias del fiscal Félix Chacaltana Saldívar, solitario, pusilánime, amante de la poesía, de las tradiciones más rancias y, según Roncagliolo, "de la ley". La violencia
    Chacaltana ha de enfrentarse a la investigación de una serie de asesinatos que ocurren en su país y que sirven al autor para hacer un análisis de aquello de lo que se ha apoderado el silencio: "La violencia en nuestro país la sufrieron los campesinos, sobre todo, y superó en número a lo que han vivido Argentina, Chile o Uruguay. Lo que ocurre es que han sido víctimas de un sistema en el que los peruanos elegíamos nuestros gobiernos y en cierto modo todos somos culpables", aseguró Roncagliolo ya desde su casa de Barcelona. Allí, en camiseta, con la pierna escayolada (rota en un partido de fútbol -quizás emulando a Fernando Torres, ya que se confiesa atlético, "acostumbrado a perder", dijo-), con el teléfono sonando y recién duchado, escuchó alabanzas y amenazas de una dura promoción: la que le espera con su novela por España y por América Latina y Estados Unidos. Atendió a consejos de antiguos ganadores del premio, como Manuel Vicent, Clara Sánchez o Emma Wolf y Graciela Montes, ganadoras de la edición anterior, que le felicitaron desde Buenos Aires, y compartió análisis como los de Iwasaki, peruano también como él, quien dijo que la novela "trata de los temas latinoamericanos de siempre pero de forma completamente distinta". El autor, además, respondió a preguntas que le formulaban desde Argentina, México, Miami, Colombia, Chile, Perú... Cuestiones que le sirvieron para armar un discurso de lo que para él es la literatura y otras cosas. "Esta novela surge de una pregunta: ¿qué tiene que ocurrir para que una persona decida matar a alguien?"; o, dicho de otro modo: ¿cuál es el origen de la violencia?, ¿qué nos conduce a devorarnos los unos a los otros? Eso es lo que late en Abril rojo. Eso y cómo la política influye en las esferas más ínfimas de nuestra intimidad. "En los años setenta viví en el exilio, en el 2000 vine a España a vivir como emigrante, por mucho que lucho por alejarme, la política se ha empeñado en fastidiarme la paciencia".